~"Somos la parte olvidada en la construcción de la Memoria Colectiva"~
"La Memoria no se nutre de olvidos ni olvidados"

domingo, 6 de diciembre de 2009

Humor XXVI

Una mujer estaba en la cama con su amante cuando oyó al marido abrir la puerta principal.
- Rápido -le dijo- quedate de pie en el rincón.
Luego le untó rápidamente aceite de bebé por todo el cuerpo y lo espolvoreó con talco.
- No te muevas hasta que yo te lo diga -le susurró- y simula que eres una estatua.
- ¿Qué es esto, amor? -le preguntó su esposo cuando entró al cuarto.
- Ah, es una estatua -le contestó ella- Los Rodríguez compraron una para su dormitorio, y me gustó tanto que compré una para nosotros.
Nada más se dijo acerca de la estatua.
Alrededor de las dos de la mañana, el marido se bajó de la cama, fue a la cocina y regresó con un sándwich y un vaso de leche.
- Tomá -le dijo a la estatua- comé algo... Yo estuve de pie como un idiota tres días en la casa de los Rodríguez y nadie me ofreció ni un vaso de agua.
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Un hombre cincuentón se da el gustazo y compra el Porsche que tanto le gustaba.
Al tomar la autopista acelera y sonríe con satisfacción... pero al instante ve las luces azules de una patrulla que lo va siguiendo.
- No hay forma de que me alcancen con este coche -pensó, y aceleró a fondo.
Inmediatamente se dio cuenta del lío en el que se estaba a metiendo, y paró a un lado de la autopista. El policía se acerca, no dice nada, toma el permiso de conducir, lo mira muy despacio, da una vuelta alrededor del coche y dice finalmente:
- Mire amigo, ha sido un día muy pesado, es viernes y estoy a punto de terminar mi turno de patrulla. No tengo ganas de ningún papeleo, así que, si me da una excusa por su exceso de velocidad que no haya oído nunca, le dejo ir de aquí ahora mismo.
El hombre lo piensa unos segundos y responde:
- La semana pasada mi esposa se fugó de casa con un policía. Tenía miedo de que fuera usted y estuviera tratando de devolvérmela.
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Un hombre estaba sentado tranquilo, leyendo su periódico cuando su esposa, furiosa, llega de la cocina y le revienta un sartenazo por la nuca: ¡¡ZAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS!!
- ¡Por Dios! ¡¿Qué mierda te pasa, carajo?!
- ¡Es por el papelito que encontré en el bolsillo de tu pantalón con el nombre de 'Marylou' y un número!
- Amorcito... ¿te acuerdas del día que fui a la carrera de caballos?
Pues sí, Marylou era el caballo al que aposté, y el número es cuánto estaban pagando por la apuesta.
Satisfecha, la mujer se retiró pidiendo disculpas...
Días después, estaba él nuevamente sentado cuando... ¡ZAAAAAAAAAAASSSSSSS Mierda!
Recibe un nuevo golpe, esta vez con una olla a presión. Más asustado que idiota por el golpe, él le pregunta:
- ¡¡Pero la puta madre, carajo!! ¿¿Qué fue ahora??
- ¡¡Tu caballo llamó!!
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Dada la situación económica, un hombre trabajaba como vendedor ambulante en la ciudad de Córdoba. Para Navidad, vendía material pirotécnico, para Carnaval papel picado, para el Día del Niño vendía juguetes, y así se las rebuscaba según la ocasión.
Se avecinaba justamente el clásico cordobés de fútbol entre Talleres y Belgrano, y este buen hombre no tenía dinero para comprar algo que poder vender durante el partido.
Solo contaba con 10 pesos como todo capital, y así lo va a ver al vendedor mayorista. Le explicó la situación.
- ¿Qué me podei veeender que sea muy baaarato, negraaazón?
- Mirá hermano , lo único que te tengo por esa plata, es una partida de 1000 chupetines (paletas), pero que están vencidas desde hace casi un año, o sea que están en mal estado.
- No iiimporta que estén pooodridos , veeendémelos igual.... Algo se me va a ocuuurrir...
Una vez adquirida la mercadería se pone a pensar como hacer para poder vender semejante porquería. Cuando de repente... Se le ilumina la mente.
“!!Ya sé!! A la cancha van casi todos tipos, entonces los voy a ofrecer diciendo que son chupetines con sabor a concha, así seeeguro que los puedo vender a todos, a un peso cada uno... y le van a quedar mil peeesitos en el bolsillo a este santo vaaarón.”
Dicho y hecho, llega el día del partido de fútbol, la cancha estaba llena y nuestro amigo vendedor, en las tribunas, a los alaridos:
- ¡¡CHUPEETÍN CON GUSTO A CONCHA A UN PEEEESOOOO!!
- ¡¡COOMPREN EL RICO CHUPETÍN DE CAAJEEETAAA!!
- ¡¡A UN PESO LA PAALETA CON GUSTO A COOOONCHA!!
Los negros se descolgaban de las tribunas para comprarle los chupetines, la venta era todo un éxito, cuando de pronto, uno de los compradores le grita:
- ¡¡¡Ehhhh, cuuuliaaaao!!! Esto tiene gusto aa mierda!!!
- ¡¡¡DALOO VUELTA HERMANO, CHUUPALO DEL OTROO LAAADO!!!
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Una señora regresaba a Buenos Aires en avión después de unas vacaciones y, en el asiento de al lado, viajaba un cura. Antes del aterrizaje, ella le dice:
- Padre, ¿Puedo pedirle un favor?
- Sí, hija mía, ¿Qué quieres?
- Mire, Padre, compré en Miami un depilador eléctrico super sofisticado, muy caro y tengo miedo de que supere mi límite en la Aduana. ¿Podría usted esconderlo debajo de su sotana?
- Sí puedo, hija mía, solamente debo advertirte que no sé mentir.
La señora piensa "¡Ay, ojalá que nadie le pregunte nada al cura!"
- Está bien, Padre, gracias por su ayuda... Y le entrega el depilador.
Al llegar al destino, en el aeropuerto, el Inspector de Aduana le pregunta al sacerdote:
- ¿Algo que declarar, Padre?
A lo que el cura responde:
- De la cabeza a la cintura, nada que declarar, hijo mío.
Medio extrañado, el inspector le pregunta:
- ¿Y de la cintura para abajo, qué tiene?
- Allí abajo tengo un instrumento para mujeres que nunca he usado.
El inspector muerto de la risa, le dice:
 - ¡Jeje! ¡Adelante, Padre! ¡El próximo de la fila!
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Cacho quería desesperadamente tener sexo con Verónica, una ardiente chica de su oficina, quien está realmente buenísima... pero ella estaba casada con otro.
Un día Cacho se sentía tan frustrado que fue hacia ella y le dijo:
- Te doy mil pesos si me dejás hacerte el amor.
Verónica lo miró y dijo:
- NO!
Cacho respondió:
- Lo haré super rápido. Te dejo el dinero en el suelo, tú te agachas y en cuanto lo recojas habré terminado.
Ella lo piensa por un momento y le dice que lo consultará con su marido Claudio. Ella le habla y le explica la situación. Su marido le dice:
- Pedile dos mil y recogé el dinero lo más rápido que puedas. Ni siquiera le dará tiempo a bajarse los pantalones al muy boludo...
Ella está de acuerdo y acepta la proposición.
Pasa media hora y Claudio está esperando la llamada de Verónica. Finalmente después de 45 minutos el marido llama y le pregunta:
- ¿Qué está pasando?
Ella, todavía con la respiración muy agitada le responde:
- ¡¡¡Aquí estoy todavía!!! ¡¡¡El guacho me lo dio todo en monedas de un peso!!!

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