~"Somos la parte olvidada en la construcción de la Memoria Colectiva"~
"La Memoria no se nutre de olvidos ni olvidados"

jueves, 29 de abril de 2010

Entrevista a Mario Eduardo Firmenich

Bernardo Neustadt entrevista a Mario Eduardo Firmenich
en TIEMPO NUEVO - CANAL 11 TELEFE - 1995

Bernardo Neustadt: Le pido al señor Mario Firmenich que nos diga lo que piensa de lo que hizo y de lo que quiere hacer, si es que quiere conseguir el futuro. 

Mario Firmenich: Yo en primer lugar le agradezco, señor Bernardo Neustadt, su invitación. Quiero aclararle que he preferido leer lo que voy a decir, por respeto al tema, al dolor que hay sobre el tema, a la exactitud que es preferible tener en esto, que es más que un primer paso. Seguramente habrá segundos, terceros pasos en este camino; pero en este primer paso he preferido ser lo más preciso posible. Si me permite, me dirijo a todos mis compatriotas y a todos los habitantes de esta tierra, asumiendo una vez más la responsabilidad política por todo lo actuado por los militares montoneros, porque así lo exige la necesidad social de esta hora. Pero ya no es tiempo de clandestinidad para nadie ni existen los mandatos de otra época. Cumplo, pues, con mi deber en función de la historia y espero que cada montonero, comparta o no mis palabras, asuma sus propias responsabilidades ante la sociedad toda.

Después de diez años de democracia, de transición, llegó la hora de la verdad para los argentinos. El general Balza tuvo el coraje de asumir una autocrítica que le correspondía a Videla. Y tendió una mano de paz y reconciliación con la verdad, con la sociedad de hoy y con sus antiguos adversarios. Los montoneros ya habíamos hecho nuestra autocrítica y nuestros aportes a la reconciliación y a la pacificación en forma escrita, pública y en la práctica cotidiana. Quizá no fue debidamente escuchada. Hoy vengo a reiterarla, aceptando la mano tendida, con buena voluntad, por el señor general Balza, y tendiendo a la vez mi propia mano. Cuando fuimos acorralados, política y policialmente, cuando la Triple A nos masacraba tras la muerte del general Perón, cometimos el error madre de pasar a la clandestinidad y retomar la lucha armada, pese a que no existía para eso la legitimidad que otorga el consenso de las mayorías. Políticamente el error fue de naturaleza ideologista y militarista. 

 Espiritualmente, fue un pecado de falta de esperanza que nos llevó a una decisión desesperada. Más tarde, ante la evidencia de aberraciones de lesa humanidad contra familiares amigos y compañeros, seguramente no fuimos capaces de luchar cumpliendo el precepto cristiano que nos manda a amar a nuestros enemigos. De haberlo hecho, se habrían evitado numerosos daños completamente ajenos a la justicia pretendida. Pero tenemos la obligación de decir, también, que nosotros no tenemos que arrepentirnos por haber desaparecido a nadie ni por haber torturado a nadie para obtener información, ni por haber violado ninguna mujer. Ni por haberle robado ningún hijo a nadie, ni por haber empleado a nadie, ni por haber arrojado vivo al mar a nadie. Debemos reiterar que también han sido falsas las imputaciones realizadas con ánimo de desprestigio, como parte del enfrentamiento, sobre inexistentes vinculaciones espurias con el enemigo y sobre algunos atentados ajenos a nuestra participación. Cabe, no obstante, reiterar aquí nuestra autocrítica por haber celebrado ingenuamente algunos atentados contra adversarios, aun sin saber certeramente su procedencia. Por otra parte no es cristiano celebrar la muerte de ni del peor enemigo. Es hora de clarificar, también, que no tenemos responsabilidad en lo actuado por otras organizaciones armadas de izquierda, que se opusieron a la salida electoral de 1973 y que continuaron e intensificaron absurdamente su accionar guerrillero con tomas de cuarteles de ejército durante el gobierno de Cámpora y Perón, intentando luego la instauración de una zona liberada en Tucumán. Los argentinos producimos una guerra civil embozada desde 1955 en adelante. Nosotros no empezamos la violencia en la Argentina. Nosotros fuimos la generación que nació, creció y se educó durante ese proceso histórico. Sufrimos los bombardeos a la población civil, la derogación por bando militar de la Constitución Nacional, los fusilamientos sin juicio previo, la proscripción política por décadas. Todo eso tanto con gobiernos civiles radicales como con dictaduras militares. El derecho de resistencia a la opresión por todos los medios fue legitimado universalmente tanto en el derecho constitucional como en las encíclicas papales. Los peronistas y nuestro líder entendimos que nos asistía este derecho. Nosotros, la Juventud Peronista, tuvimos la osadía y el coraje de ponerlo en práctica, al precio de sacrificar nuestras incipientes vidas. Pero no fuimos sólo los montoneros ni solamente los jóvenes peronistas. Con muy variadas formas de militancia, fue toda nuestra generación. Valiosísimos talentos en todas las ramas del pensamiento y del trabajo. Vocaciones profundas y brillantes de médicos, sacerdotes, poetas, matriceros, científicos, técnicos, músicos y todas cuantas el ser humano es capaz de hacer, fueron generosamente sacrificadas por una lucha que se nos imponía como deber moral, solidario, con la patria y con los más débiles. En un país que era injusto y sin destino. Ellos son nuestros mejores amigos y compañeros que ya no tenemos, es preciso decir que nos avergüenza ante el mundo la hipocresía de sostener que tanta inteligencia y capacidad humana fueron arrastradas de las narices a un trágico final, falsamente explicado por una teoría de los demonios. En agosto de 1975 Videla, Massera y Agosti definieron a su favor la lucha contra los militares antigolpistas, que efectivamente los hubo, pero fueron destituidos o relegados a funciones sin poder, e inclusive eliminados violentamente. Iniciado el Proceso de Reorganización Nacional, la masa de la sociedad argentina se dividió entre los que dieron su consenso a la eliminación por cualquier medio de la llamada subversión y los que, aterrorizados, optaron por no ver, no oír, no saber, no meterse. Todo el dolor nacional fue posible por una cultura política totalitaria y militarista, de la que todos hemos formado parte.

Vivíamos en un país donde la mayoría no tenía derecho a gobernar, las minorías no tenían derecho a existir, los militares eran la reserva moral y política de la patria. La justicia social era el derecho de la demagogia. El poder judicial era auxilio formal del poder político, la Constitución Nacional no existía, la violencia política era siempre legítima, las Fuerzas Armadas eran el partido militar de las minorías económicas dominantes. La mentira y la difamación pública eran el componente normal del discurso político contra los peronistas, el trasfondo era la incompatibilidad a muerte entre la patria oligárquica, la patria peronista, la patria gorila, la patria corporativa, la patria socialista, la patria sindical y la patria financiera. No existía un proyecto de país para todos con reglas de juego compartidas. Cada víctima del enfrentamiento tenía sus familiares y amigos íntimos. Naturalmente para ninguno de estos valían argumentos de tipo político. El dolor de lo irreparable no admite esas razones, el amor a los seres queridos resultó más fuerte que las ideologías. Hoy podemos hablar de la reconciliación nacional y la pacificación definitiva porque en un estado democrático, de plena vigencia de todos los derechos y garantías de una Constitución con respaldo unánime, la violencia política no tiene ningún sentido ni ninguna legitimidad. Pero no se trata de la reconciliación de torturadores y torturados, se trata de la reconciliación social y política en una cultura pluralista, que entre todos hemos ido construyendo durante los once años de transición democrática. La reconciliación se consolida con la verdad histórica y con la autocrítica nacional. Ese es el valor trascendente del primer paso dado por el general Balza, cuyos alcances se deben a que supera el mero hecho individual para ser un hecho institucional. Hecho institucional con todo el respaldo político del comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que gracias a Dios en la democracia es el presidente constitucional, hoy es el doctor Carlos Menem, quien además ha exhortado a todas las fuerzas a seguir por ese mismo camino. Todos debemos colaborar con esa actitud, no lograremos coincidir fácilmente sobre los juicios de valor, como no lo hemos logrado hasta ahora sobre Rosas y Sarmiento; pero lo importante es que reconozcamos verazmente los hechos ocurridos y que aceptemos todo nuestro grado particular de responsabilidad. Todos debemos tender nuestra mano abierta, ni las mentiras, ni los chivos expiatorios, ni los rencores, nos darán la otra estabilidad, la paz, porque la hora de la paz es la hora de la verdad.

Neustadt: Esos jóvenes, de dieciocho a veinticuatro años, que van a votar por primera vez en la República no tienen idea de quién es este señor, de lo que pasó en la Argentina, de la sangre derramada. Ni idea. Y van a votar por primera vez: son dos millones. Entonces le dije: yo quisiera ver a sus padres en el estudio, él tiene setenta y ocho años, su madre tiene setenta y dos. Yo quiero ver a su mujer y sus hijos en el estudio. María Inés tiene diecinueve años, Mario tiene dieciocho, Facundo José tiene once, Jorge Agustín tiene ocho y Santiago Ramón tiene seis. Y su mujer se llama María Elpidia Martínez Agüero. Éste, insisto, no es un show de televisión, si no lo hubiéramos hecho con otra presentación, la gente en la calle, los periodistas aquí en este estudio. Esto está grabado porque no busco el escándalo. De un lado hay una mano tendida y del otro una mano que se da. Yo quiero cerrar mi ciclo profesional, de algún modo, alcanzando lo que no pude alcanzar en mi vida. Yo me pasé cincuenta años viendo esto, cincuenta años que vi la muerte, el dolor, la angustia, el horror, el error, medio país sin poder votar, medio país silenciado tal vez en otra época. Y sin parar nunca. Si usted me permite le quisiera hacer tres preguntas nada más. Cuando usted dice arrastrado de las narices, usted como líder de un grupo que un día pasó a la clandestinidad y decidió que el camino estaba oscuro y que la consigna en el fondo era morir o matar o matar o morir, ¿usted también arrastró de las narices a jóvenes?

Firmenich: Justamente por eso me refería... no, no los arrastré de las narices, los representé, nuestras decisiones fueron colegiadas.

Neustadt: ¿Lo volvería a hacer?

Firmenich: No, he comprendido que es un error.

Neustadt: Y la última sería que usted decía que ustedes no hicieron desaparecer gente, no tiraron seres vivos al mar. Hoy tenemos una Argentina donde un señor se presenta en televisión y dice: "tiré treinta personas al mar", y para algunas organizaciones es un héroe. Es un asesino. Es como si Eichmann se hubiera arrepentido de la cámara de gas y dijera en la televisión: "estoy arrepentido de eso", y contara lo que hizo, y la comunidad judía dijera: "¡qué héroe!". Le pregunto: dentro de eso que ustedes no hicieron, el secuestro del general Aramburu, ¿cómo lo vive usted? Es decir, eso fue un secuestro, ese fue un hombre que intentó ser vejado, después de ser asesinado. Ustedes mismos asumieron que lo habían hecho.

Firmenich: No, no lo hemos vejado, lo hemos respetado hasta el extremo de -como inclusive lo he relatado en alguna ocasión- sin tener necesidad en un hombre que está por morir, evitar que se tropiece con los cordones de sus zapatos, porque estaba él maniatado. No, lo hemos respetado e inclusive públicamente hemos orado por él. Y también ahí aprendí que no había que odiar al enemigo.

Neustadt: Pero lo asesinaron.

Firmenich: Fue un acto que no decidimos nosotros, lo decidió el pueblo. Estaba decidido por el pueblo, y esto es en todo caso lo triste, porque no podemos hablar de esta situación sin hablar de los bombardeos a Plaza de Mayo, sin hablar del fusilamiento del general Valle.

Neustadt: ¿Le puedo pedir un favor? Nunca más represente al pueblo así. Le pido por favor.

Firmenich: Yo también desearía que el pueblo nunca más tuviera necesidad de venganza, que fue lo que hubo. Ojalá no necesitemos nunca más venganza, nadie. Ojalá -usted lo mencionó al principio, lo hablamos el otro día, en algún momento fuimos enemigos- no seamos nunca más enemigos.

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miércoles, 21 de abril de 2010

Otras Víctimas

LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
Otras víctimas
Por Horacio Vázquez-Rial (*)


Ha empezado a circular por internet un listado de muertos por la guerrilla argentina en los años setenta. Cuando digo circular, me refiero a cadenas de mails, porque pocos son los que han podido permitirse montar una web y, en cambio, ha habido y hay mucha voluntad individual.

Doy más abajo esa lista, pero no podría hacerlo honestamente sin precisar algunos datos y aclarar algunas historias que se me van acumulando sobre el escritorio.


La persona que elaboró la lista lo hizo con el criterio de oponer un número crecido de víctimas de la subversión al recientemente disminuido de los muertos y desaparecidos como víctimas del terrorismo de Estado. Ambas son fórmulas parciales y ninguna de las dos ayuda a precisar la existencia de una guerra declarada entre las organizaciones armadas, fundamentalmente Montoneros y ERP, y las Fuerzas Armadas Argentinas. Declarada, es cierto, y me he encargado de dejarlo claro en un artículo anterior, por la guerrilla, que, con criterios guevaristas, se proponía la "guerra popular prolongada". Aquí no se trata de una sutileza teórica, sino de una cuenta necesaria para abrir un proceso de reconciliación nacional nacido de la claridad y el establecimiento de culpas.

Segundo asunto: no todas las víctimas enumeradas lo fueron por obra de la izquierda. Hay una tendencia a incluir personas asesinadas por la Triple A, la organización o mafia parapolicial a las órdenes de Jorge Osinde y José López Rega, entre las víctimas de la subversión o de la violencia política. Un activo militante de la época, el escritor Rodolfo Walsh, asesinado probablemente en 1977, casi inmediatamente después de su secuestro, ocurrido el 25 de marzo de ese año, produjo un documento político titulado "Las tres A son las tres Armas" –referencia al Ejército, la Marina y la Aeronáutica–, que quizá constituya el más grave de sus errores políticos. Sin duda, Perón alentó, como bien explica Juan B. Yofre en Nadie fue, la creación y las actividades de la AAA (Alianza Antocomunista Argentina), como parte de un esquema represivo que dejara al margen al Ejército, que él mismo comandaba como presidente de la República y general de mayor rango. Relegó, pues, la aplicación formal de la doctrina del frente interno a una etapa posterior, que él ya no pudo controlar.

La Triple A, cuya composición y acciones aún no han sido lo bastante estudiadas, era un batiburrillo propio de las calenturientas cabezas de Osinde y López Rega, en el que se mezclaron cantidad de delincuentes comunes reclutados incluso en cárceles –asesinos profesionales– y funcionarios de distintos rangos y procedencias, liberados temporalmente de sus asignaciones habituales, como es el caso del célebre comisario Almirón, detenido en España, extraditado y finalmente muerto de enfermedad y vejez. En el Clarín del pasado 12 de julio podía leerse:
Se le atribuye a Almirón los asesinatos de Julio Troxler, un [comisario] peronista que había eludido a la muerte cuando los fusilamientos en los basurales de José León Suárez, de los que en estos días se cumplieron cuarenta y tres años. También se le atribuye el asesinato del abogado y ex diputado Rodolfo Ortega Peña, el del sacerdote Carlos Mugica y el del pensador marxista Silvio Frondizi, acribillado a tiros en la cabeza y arrojado en los descampados de Ezeiza. Esa demencia era la marca registrada de Almirón. De esa forma había asesinado cuando era a la vez policía y delincuente y sellaba a quemarropa los diferendos entre bandas rivales, capitaneadas por asesinos de leyenda como Miguel el Loco Prieto.

Había formado parte de la guardia personal de Perón, organizada por López Rega, como número dos del Brujo, según consta en testimonio que poseo grabado de una de las personas más próximas al general en su última época.

Continúa Clarín:
En julio de 1975 había alzado los brazos y se había entregado, junto con todo su pequeño ejército de matones, ante la orden del jefe de Granaderos a Caballo y custodio de Isabel Perón, coronel Jorge Sosa Molina. El militar que desarmó a la banda en la residencia de Olivos y que incautó decenas de armas y hasta panes de trotyl que se cargaban en los baúles de los Ford Falcon debió soportar que la Presidenta exigiera que Almirón fuera llevado a su presencia.

Después de eso tuvo que huir, junto a su jefe. Las tres A no eran las tres Armas, aunque se las quiera mezclar.

Aunque Clarín no lo mencione, es muy probable que a Almirón corresponda también la tortura feroz y el asesinato del fotógrafo Julio Fumarola, cuyo cuerpo se encontró, igual que el de Frondizi, acribillado en los descampados de Ezeiza.

A continuación expongo a mis lectores la lista recibida, que consta de diversas secciones y da un total de 712 muertes. Como siempre, espero comentarios y aportaciones para la elaboración de esta historia.

Muertos por profesión

Políticos, 5; empresarios, 36; gremialistas, 17; periodistas, 1; funcionarios públicos, 12; sacerdotes, 6; diplomáticos, 1; empleados, 4; profesores universitarios, 2; dirigentes estudiantiles, 2.

Muertos por situación

Víctimas de atentados públicos, 13; subversivos arrepentidos, 11; esposas de militares, 3; niños, 5; miembros del Ejército 99; miembros de la Marina 11; miembros de la Fuerza Aérea 8; miembros de la Gendarmería 9; miembros de la Policía Federal 107; miembros de la Policía de la provincia de Buenos Aires, 230; miembros de la Policía de la provincia de Catamarca, 1; miembros de la Policía de la provincia del Chaco, 1; miembros de la Policía de la provincia de Córdoba, 45; miembros de la Policía de la provincia de Corrientes, 1; miembros de la Policía de la provincia de Formosa, 2; miembros de la Policía de la provincia de Mendoza, 4; miembros de la Policía de la provincia de Tucumán, 13; miembros de la Policía de la provincia de Jujuy, 4; miembros de la Policía de la provincia de Santa Fe, 30; miembros del Servicio Penitenciario Federal, 6.

Sería bueno tener todos los nombres de los miembros de la policía asesinados o muertos en acto de servicio; cada uno es una historia. Me permito recordar aquí –y creo que es la primera vez que se habla del caso– al comisario Ramos, de Bahía Blanca, un tipo generoso al que le daban lástima los adolescentes que ni siquiera sabían en qué se habían metido y que, después de ayudar a unos cuantos a huir de su propia estupidez, fue asesinado por los Montoneros. La policía, por otra parte, fue la que más muertos puso, y sigue siendo el pariente pobre a la hora de hacer cuentas.

Lista nominal

Esposas de militares asesinadas junto a sus maridos

Cáceres Monié, Beatriz Sasiain de, (esposa del general asesinado en Entre Ríos el 3-12-75); Gay, Hilda Casaux de (esposa del coronel asesinado en Azul el 19-01-74); Villar, Elba M. Pérez de (esposa del jefe de la Policía Federal asesinado en el Tigre el 01-11-74).

Niños asesinados

Viola, María Cristina, 3 años, hija del capitán Viola, asesinada en Tucumán junto a su padre el 1-12-74; Kraiselburd [faltan más datos], menor asesinado por Montoneros; Barrios, Juan, 3 años, de la mano de su madre transitaba frente a un banco cuando una mujer joven desde un automóvil disparó a ciegas una ametralladora; Vázquez, Froilán, 6 años, tomado como rehén por el ERP; Lambruschini, Paula, 15 años, hija del almirante Armando Lambruschini, jefe del Estado Mayor General Naval, el 1-8-78.

Asesinados en el Ejército

Teniente general Aramburu, Pedro Eugenio.

Generales de División Sánchez, Juan Carlos, y Cáceres Monié, Jorge Esteban (r).

Generales de Brigada Cardozo, Cesáreo Angel; Actis, Carlos Omar; Salgado, Enrique; Muñoz, Ricardo.

Coroneles Amico, Leonardo Roberto; Cano, Eduardo; Rico, Martín; Fernández Cendoya, Andrés; Triaca Numa, Osvaldo; Iribarren, Héctor Alberto; Gay, Camilo Arturo; Grassi, Jorge Óscar; Carpani Costa, Arturo H; Reyes, Rafael Raúl; Dalla Fontana, José Esteban; Cavagnaro, Abel Héctor Elías (r); Mendieta, Juan Carlos (r); Sureda, Ángel Arturo (r); Castellanos, José Bonifacio.

Tenientes coroneles: Sanmartino, Julio R. (r); Duarte Hardoy, Raúl Juan; Bevione, Óscar; Petraca, Pedro; Schilardi, Pompilio; Peralta, Astudillo; Gardon, José Francisco; Ibarzábal, José Norberto; Colombo, Horacio Vicente; Larrabure, Argentino del Valle [asesinado el 19 de agosto de 1975 tras permanecer cautivo 372 días en una cárcel del pueblo del ERP]; Mutto, Alberto Eduardo (r).

Mayores: Gimeno, Jaime; Biscardi, Roberto; Sánchez, Héctor; Papa, Aldo; Fernández Cutiello, Horacio (h); López, Néstor Horacio; Reyes, Osvaldo Helio (r); Zihel, Leónidas Cristián (r); Servidio, Romeo (r).

Capitanes: Paiva, Miguel Ángel; Aguilera, Roberto; Arteaga, Carlos; Viola, Humberto Antonio; Keller, Miguel Alberto; Petruzzi, Luis María; Ramallo, José Antonio; Leonetti, Juan Carlos.

Tenientes primeros: Asua, Mario César; Nacaratto, José María; Correa, Carlos; Casagrande, Carlos; Anaratone, Jorge; Brzic, Luis Roberto; Carbajo, Roberto Eduardo; Cáceres, Héctor; Spinazzi, José Luis; Cativa Tolosa, Fernando; Lucioni, Óscar Abel.

Tenientes: Gambande, Juan Carlos; Rolón, Ricardo; Mundani, Juan Conrado; Ledesma, César Gonzalo.

Subtenientes: García, Raúl Ernesto; Berdina, Rodolfo Hernán; Massaferro, Ricardo Eduardo; Barceló, Diego Toledo; Pimentel, Juan Ángel.

Suboficial principal Gil, Carlos Honorato.

Sargentos Ayudantes: Ríos, Anselmo; Esquivel, Ricardo; Cisterna, Roque Carmelo.

Sargentos primeros: Sanabria, Víctor; Molina, Eligio Osvaldo; Montesano, José Ángel (r); Tejeda, Rosario Elpidio; Cabezas, Óscar Alberto; Novau, A. Martin (r).

Sargentos: Moya, Miguel Arturo; Orné, Ramón W.; Gómez, Walter Hugo; Lai, Alberto Eduardo; Favali, Rubén Godofredo.

Cabos primeros: Juárez, Miguel Dardo; Linares, Aldo; Dalesandro, Edgardo; Albornoz, José; Costilla, Juan; Ramírez, José Anselmo; Méndez, Wilfredo Napoleón; Rojas, Bruno; Zárate, Ricardo Martín; Parra, Carlos Alberto; Dios, Osvaldo Ramón; Bulacios, Jorge.

Voluntario primero Pérez, Desiderio Eduardo.

Soldados conscriptos: González, Daniel Osvaldo; Maldonado, Ismael; Sosa, Edmundo Roberto; Villalba, Alberto; Arrieta, Antonio Ramón; Dávalos, Heriberto; Coronel, José Mercedes; Salvatierra, Dante; Torales, Marcelino; Sánchez, Tomás; Luna, Herminio; Sánchez, Ismael; Castillo, Juan Carlos; Gustoni, Enrique Ernesto; Ordóñez, Fredy; Fernández, Pío Ramón; Spinoza, Rogelio René; Moya, Orlando Aníbal; Viscarra, Héctor; Pérez, Benigno Edgar; Papini, René Alfredo; Caballero, Roberto; Ruffolo, Benito Manuel; Sessa, Raúl Fernando; Cajal, Miguel Ángel; Vacca, Alberto Hugo; Dimitri, Guillermo; Crosetto, Víctor Manuel; Gutiérrez, Mario; Cucurullo, Miguel; Barbusano, Luis; Taddía, Roberto; Grillo, Julio; Díaz, Leonardo; Cardozo, Héctor.

Personal militar adscripto a la Policía: Coroneles Trotz, Ernesto Guillermo; Rospide, Enrique Nicolás.

Asesinados en la Marina

Vicealmirantes Berisso, Emilio, y Quijada, Hermes José (r).

Capitanes de Navío Burgos, José Guillermo, y Basso, Juan Jorge.

Capitanes de Fragata: Bigliardi, Jorge Raúl (r); Esquivel, Julio Esvardo (r); Poggi, Oscar Agustín (r).

Teniente de Navío Mayol, Jorge Omar.

Teniente de Fragata Barattero, Santiago A.

Suboficiales mayores Leguizamón, Lorenzo Miguel; Unteretein, Martín; Larrea, Emilio Horacio (r).

Suboficial principal Yabor, Eduardo Miguel (r).

Suboficiales primeros Gatelli, Raúl (r), y Reducto, Mario (r).

Suboficial segundo Benítez, Marcelino.

Cabo primero Contreras, Juan Leonardo.

Cabos segundos Grimaldi, Enrique, y Vidal, Miguel Ángel.

Asesinados en la Fuerza Aérea

Brigadier Longinotti, Arturo L. V. (r).

Comodoros Silioni, Rolando Segundo (r); Echegoyen, Roberto M.; Valis, Adolfo (r); Gouarderes, Reynaldo (r).

Vicecomodoros Luchesi, Alberto Bruno, y Matti, Rodolfo (r).

Alférez Rathlin, Javier.

Suboficial principal Carbone, Alberto (r).

Cabo Molina, Andrés G.

Asesinados en la Gendarmería Nacional

Comandante principal Reese, Julio Manuel Augusto.

Alférez Páez Torres, Luis.

Oficial Agarotti, Pedro Abel.

Gendarmes Gómez, Evaristo Francisco; Godoy, Marcelo; Luna, Juan Argentino; Cuello, Raúl; Salliago, Juan Carlos; Rivero, Juan Esteban.

Víctimas de atentados terroristas (93)

Políticos

Uzal, Roberto; Mor Roig; Arturo Acuña; Hipólito Pisarello; Ángel Deghi; Juan Carlos [¿?].

Empresarios

Sallustro, Oberdan (Fiat); Qlekler, Roberto (Fiat); Golla, Ricardo (Ika Renault); Samaniego, Ramón (La Cantábrica); Naranjieras, Antonio; Jasalik, Emilio (Hilandería Olmos); Abeigon, Roberto (Miluz); Martínez, Manuel (Miluz); Muscat, Antonio (Alba); Bargut, David (Tiendas Elena); Camelon, Raúl (Acindar); Hegger, Adolfo (Bendix); Sarlenga, Jorge (Bendix); Velazco, Raúl (Sancor); Rotta, Pedro (Fiat); Pardales, Joe (Bervano); Fidalgo, Manuel (Rigolleau); Fiola, Óscar (Swift); Trinidad, Osvaldo (Swift); Sarracan, Horacio (Ika Renault); Arrozagaray, Enrique (Borgward); Arce, Luis (Surrey); Bergomatti, Carlos (Materfer); Castrogiovanni, José (Lero); Liple, Juan (Schering); Oneto, Julio (Fca. Leticia); Maschio, Óscar (Monofort); Moyano, Roberto (Petroquímica); Souto, Carlos Alberto (Chrysler); García, Higinio (Textil Oeste); Mamagna, Hugo (Daner); Salar, Héctor (Lozadur); Gasparoux, André (Peugeot); Martínez Aranguren, José (Lozadur).

Gremialistas

Klosterman, Henry; Mansilla, Marcelino; Rucci, José; Magaldi, Antonio; Alonso, José; Noriega, Héctor. Ponce, Teodoro; Vandor, Augusto; Chirino, José; Pelayes, Juan; Dibatista, Adolfo; Sánchez, Ricardo; López, Vicente; Giménez, Adalberto; Desosi, Florencia; Alvarez, Santiago.

Periodistas

Kraiselburd, David (director del diario El Día de La Plata).

Funcionarios

Campos, Alberto (Intendencia San Martín); Ferrín, Carlos (Intendencia San Martín); Tarquini, José (Ministerio de Bienestar Social); Macaño, Luis (Subsecretaría de Planeamiento); Salisesky, Miguel (Swift); Di Iorio, Antonio (Ferrocarril Mitre); Castro Olivera, Raúl (Presidencia de La Nación); Herreras, Hugo (Banco Municipal); Cash, Daniel (Banco Nación); Astengo, Ángel (Entel); Padilla, Miguel (Subsecretaría del Ministerio de Economía); Etchevehere, Pedro (Inta).

Diplomáticos

Egam, John (cónsul de los EEUU).

Abogados

Centeno, Óscar.

Empleados

Aballay, Juana; Peme, Enrique; Cardozo, Amorin; Tapares, Osvaldo.

Dirigentes estudiantiles

Piantoni, Ernesto; Spangenber, Hernán.

Profesores universitarios

Genta, Jordán Bruno, y Sacheri, Carlos Alberto.

Ciudadanos en general

Sánchez, Víctor; Villalba, Félix; Browarnik, Estela; Epelbaun de Browarnik, Silvia; Estolar de Córdoba, Eliseo; Pascual Abrahamsohn, Jesús; Ramier López, José; González, Luis; Laurenzano, Julio Salvador; Lasser, Miguel Ángel; Enrique, Ramona; Biancull, Luis Osvaldo; Vázquez, Pascual Bailon; Vila, Margarita Obarrio de.

vazquezrial@gmail.com
www.vazquezrial.com
(*) Ex Combatiente del E.R.P. "22 de Agosto"
Fuente

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viernes, 9 de abril de 2010

Lassie Come Home

Alphaville

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Humor XXXII

Una pareja estaba jugando al golf en un campo muy distinguido, rodeado de bellísimas mansiones. En el tercer golpe, el marido le dice a la mujer:
- Querida, ten cuidado al pegarle a la pelota, no sea que la mandes a una de esas casas y rompas un vidrio. Va a costar una fortuna repararlo.
No alcanzó a terminar la frase cuando ella da un golpe y la pelota se va directamente contra una ventana de la mejor casa.
Él le reprocha:
- Te dije que tuvieras cuidado. No importa... Vamos a ofrecer disculpas y ver cuánto nos va a costar el arreglo.
Van hasta la casa, golpean y desde adentro una voz responde:
- Pueden entrar, la puerta está sin llave.
Abren la puerta y ven todo el vidrio disperso por el piso, una botella rota cerca de la mesa y a un hombre con aspecto distinguido sentado en un sillón que les dice:
- ¿Ustedes son los que rompieron la ventana?
- Sí -responde el marido con timidez- y lo sentimos mucho... Queremos pagar el daño.
- De ninguna manera, soy yo el que debe agradecerles. Soy un genio que estuvo preso en esa botella durante miles de años. Ustedes me liberaron. Por eso puedo concederles tres deseos; les doy uno a cada uno y me guardo el tercero para mí.
- ¡Qué bien! -dice el marido-, yo quiero un millón de dólares cada año, durante el resto de mi vida.
- No hay problema. Es lo menos que puedo hacer por mi libertador.
- Yo quiero una casa en cada país del mundo -agrega ella.
- Tu deseo está realizado.
- ¿Y cuál es tu deseo, Genio? -pregunta intrigado el marido.
Se toma unos segundos, y dice el genio:
- Desde que quedé preso en esa botella, hace miles de años, no tuve oportunidad de tener sexo. Mi deseo es acostarme con tu mujer porque siempre soñé hacerlo con la primera mujer que viera.
- Bueno, querida, nos ganamos un montón de dinero y todas esas casas. No sé qué piensas tú, pero es una sola vez... Creo que no está pidiendo mucho...
La mujer asiente entusiasmada. 'El tipo no está tan mal' -pensó.
El Genio la lleva a un cuarto y pasa alrededor de tres horas con ella dándole con todo. Al finalizar, mientras se visten, el Genio la mira y le pregunta:
- Dime... tengo una curiosidad: ¿Cuántos años tiene tu marido?
- Treinta y cinco, ¿por qué?
- Treinta y cinco... ¿Y todavía cree en genios el boludo?
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Viene un negro por la ruta 38, entre Cosquín y La Falda, en su 2CV hecho bolsa, a fondo, como a 20 amperes.
Lo para un control de ruta de la Gendarmería; se acerca el Gendarme y lo saluda. Antes que pueda decir nada, el Negro le dice:
- Te caaagué hermano, tengoo tooodo!, ¡carné de condutor, célulaa verde, seeguro, inpesión téenica, todo al día!
- Señor, buenas tardes, éste no es un control de documentación. Estamos haciendo una prueba de 'conocimientos viales' y si Ud. no responde correctamente a dos preguntas, le haremos una boleta.
- Bueno... preguuntami nomá...
- Si Ud. viene por esta ruta de noche y ve dos luces de frente, ¿qué es?
- Faciilonga macho, ¡é un auto o un camión!
- Sí, pero Ud. debe ser más específico, ¿qué marca?, ¿Ford?, ¿Chevrolet?, ¿Scania?...
- ¿¡Qui si ió!? ¡está oocuro!, ete... ¡no lo puedo contaatar!
- Muy bien, primera pregunta mal contestada, vamos a la segunda: Si Ud. viene por la misma ruta de noche y ve una luz de frente, ¿qué es?
- ¡Y... una moto, o un auto tuerto...!
- Sí, pero Ud. debe ser más específico, ¿qué marca?, Honda, Gilera, Kawasaki...
- Macho, ¡¿como vuá saaber ió si etá oocuro?!
- Muy bien, falló la prueba, dice el Gendarme y comienza a hacerle la multa.
El Negro le dice:
- Che hermano, ¿te puedo hacé ió una preegunta a vo?
- Sí, como no.
- Si vó vai pasando por el puente La Hera, ¿vite?, al lado del parqueecito, y  vó vé una maamasa tetona, fiera pero toda pintarraajeada, con una blusa supereeecotada coloorada, una minifalda también coloorada y cooortita, zapatos coloorado, revooleando una cartera también coloorada... ¿qué é?
- Obviamente una Puta -dice el Gendarme sin siquiera levantar la vista.
- ¡Sí macho, pero tení que sé má específico!, ¿é tu hermana?, ¿tu esposa?, ¿tu hija? ¿o la puta que te parió?
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Llegan a un restaurante un tipo finísimo con un monumento de mujer y un pingüino detrás. El tipo de la puerta le pregunta:
- Mesa para dos...?
- No, para tres, el pingüino viene conmigo...
El mesero se queda sorprendido, pero les da la mesa y ya sentados, el mesero pregunta:
- Señor, qué desean para tomar?
- A mí traeme una copa de Martell VSOP, un Beaujolais para la Señorita y al pingüino cien litros de cerveza...
El mesero se queda desconcertado, pero lleva lo que piden. Terminan y se vuelve a acercar el mesero y pregunta:
- Señor, desea ordenar?
- Sí, a mí me traes por favor un filete a la pimienta, a la señorita un chateaubriand y al pingüino 200 bistecs...
Cuando termina el mesero regresa y les pregunta:
- Señor, algún postre?
- Sí, por favor, a mí me traes un pie de queso con fresas, a la señorita un flan y al pingüino 150 crepés...
Terminan, y el hombre pide la cuenta.
- Señor, son U$S 35.400 más propina...
El hombre le paga con efectivo y deja una propina de U$S 4.000. Ya salían cuando el mesero lo detiene:
- Señor, disculpe que lo moleste, pero todo mundo esta atónito, con lo del pingüino...
- Bueno, déjeme explicarle: Hace una semana iba por la playa, sin querer pateé una lámpara y resultó que era mágica, entonces me sale el genio me dice, "te voy a conceder 3 deseos", y pues, como ve, le pedí todo el dinero del mundo, así que para pagar una cuenta como ésta, no tengo ningún problema. Mi segundo deseo, como puede ver, fue tener a la mujer más buena, sexy, guapa y hermosa de todo el mundo.
- Sí, eso lo veo, pero, y el tercer deseo...?
- Pues el tercero fue que me diera un pájaro enorme, que siempre estuviera parado e insaciable, y me encajó este puto pingüino...
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- ¿Sabes, Manolo?... le he comprado un bonito collar a mi mujer y he quedado como un rey, amo y señor... tú deberías hacer lo mismo.
- Puesss... por ahora no... yo todavía la llevo suelta...
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- Hola quiero poner un anuncio por la muerte de mi suegra.
- Son $100 por palabra.
- Ponga ‘Murió Josefina’.
- Cobramos por mínimo de 5 palabras, o sea $ 500.
- Sólo quiero gastar $ 200.
- No puede ser.
- Entonces ponga: ‘Murió Josefina.  Vendo TOYOTA CELICA’.
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- ¿Por qué lloras?
- Llevé a mi suegra al médico y dice que sólo le quedan 30 días de vida.
- Tranquilo, treinta días pasan volando...
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- Yerno, ¿no le molesta que me quede a comer con usted?
- No; ¿a usted no le molesta comer milanesas de ayer?
- No.
- Entonces, vuelva mañana.
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- ¿De donde venís con toda la ropa destrozada?
- Del entierro de mi suegra.
- ¿Tan mal vestido fuiste?
- No, es que la vieja de mierda se resistía...
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- Suegra, ¿usted cree en la reencarnación?
- Sí.
- ¿En qué animal le gustaría reencarnarse?
- En una serpiente.
- No, no vale repetir...

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jueves, 8 de abril de 2010

Ojo con el Pingüino...

... que de uno que yo sé, no zafa ni Batman...


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domingo, 4 de abril de 2010

Desagravio

Fotografía de la placa colocada en el Ministerio de Defensa, en el acto conjunto de Desagravio a nuestros compañeros desaparecidos, y de Agravio y Discriminación a los ex soldados asistentes, a quienes no se les permitió ingresar a presenciar dicha ceremonia.
Las fotografías corresponden al primero de ellos.


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